Es curioso la cantidad de cosas motivadoras que escribía a los 17 años. Es interesante cómo pensaba que el mundo era tan complicado cuando su complejidad aún no estaba en todo su auge o quizá sí lo estaba, solo que no de manera tangible, o tal vez sí, no lo sé y tampoco necesito compararlo. No quisiera restarle peso a cómo era la vida a esa edad, ni especificar que alguna etapa es más dura o más "algo" que otra, todas tienen lo suyo.
Tenía una perspectiva del mundo poco limitada, cuando en realidad, recuerdo que me sentía bastante limitada y confundida, no sé cómo pero surgía cierta ingenuidad y se fusionaba perfecto con mi imaginación que volaba en sueños tan altos; una resiliencia palpable, tenía que motivarme yo misma pues no tenía a alguien que lo haga por mí, no sabía cómo leerle a alguien lo que mi mente escribía. Cómo podía ver todo tan oscuro pero a la vez tener una voz interna que servía de luz. Me alegra entender que todo aquello, aún lo tengo.
Creo que los mejores consejos me los ha dado mi yo-adolescente, que vive en mi presente, y sin saber mucho de la vida, aunque en realidad, sí sabía, de hecho, a esa edad todo lo vivimos en carne viva, al pasar los años vamos creando capas y defensas. Pasamos por situaciones que moldean, las familiares-sociales y de identidad, construyes cimientos, supongo que esto nos prepara para las complicaciones más concretas que trae la vida adulta luego, pero al fin y al cabo, todo termina siendo concreto, indistintamente de la edad o etapa, cierto?
¿Puede ser que todo sea más abstracto a esa edad? ¿quizá más nuevo? Aquí, yo diciendo que algo fue "más" en una etapa cuando inicialmente dije que no lo haría. En fin, somos contradicciones.
A esa edad también somos primerizas y podemos decir mil cosas porque aún no hemos experimentado muchas, pero las que sí experimentamos, y lo que tenemos que decir sobre las que no, es tan válido, tan real, que te puede servir muchísimo 10 años después.
A veces es bueno recordar quién eras, quién pensabas ser, quién fuiste, quién querías ser, para empezar a construir lo que serás. Tu historia no te tiene que definir, pero te puede servir para construirte continuamente y cada vez mejor.
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